El asesino de la cabeza: Leyendas en Madrid

Hoy trataremos sobre la leyenda que da nombre a la Calle de la Cabeza. Situada entre Tirso de Molina y Antón Martín, es una de las calles con uno de esos nombres mas siniestros y a la vez macabros en loa ue se refiere a su placa de identificación. En ella podemos observar una cabes decapitada.

Y además es curioso el detalle de que los azulejos que muestran el nombre de la calle, aparte de mostrar el nombre de ésta, se dibujan sobre ellos un espadachín y una cabeza de carnero.

Esto se hacía en la época del S.XVI para las personas analfabetas, las cuáles sabían en que calle se encontraban viendo los dibujos.

calle 1

Bien pues la historia data del S. XVI y sucedió durante el rentado de Felipe III. En ésta calle cuentan que vivió un rico sacerdote, Don Gil,  junto a su criado de origen portugués.

Éste cegado por la envidia decidió acabar con la vida de su dueño, decapitándolo y huyendo con todo el botín del sacerdote fuera del país. Nunca se supo nada ni de la cabeza ni del criminal, y así fue olvidándose le caso del sacerdote.

Tras su huida durante años a Lisboa, éste volvió a Madrid convertido en un gentil caballero. Un buen día el caballero decidió comprar en el Paseo de Curtidores, una cabeza de carnero para su cena. La vendedora le dio su cabeza de animal y el caballero de la guardo entre sus capas.

Mientras caminaba hacia su casa fue parado por un alguacil ante las manchas de sangre que la cabeza de animal iba dejando en el suelo.

El caballero al ser preguntado por el alguacil le dijo que era una cabeza de carnero y que se prepararía una buena cena con ella. Al ir a enseñársela, lo que mostró el caballero no due la cabeza del pobre carnero, sino que la cabeza había tomado forma humana y era la cabeza del mismísimo clérigo Don Gil.

Apresuradamente y ante los hechos inexplicables, el caballero confesó su crimen de años atrás y fue detenido, juzgado y finalmente ahorcado en la Plaza Mayor.

Después de ésta historia, Felipe III, decidió renombrar la calle donde había muerto el sacerdote y le dio el nombre de Calle de la Cabeza.